Entrevista a María Belén Pérez – Presidenta de la Juventud Radical de Argentina

Presentación

María Belén Pérez tiene 29 años, es militante radical desde hace más de 10 años y ha ostentado variados cargos y responsabilidades dentro del radicalismo argentino. Luego de recorrer el país creando y haciendo militancia, en 2017 fue electa como vicepresidenta del Comité Nacional de la Juventud Radical. Dos años después, en diciembre del 2019, fue electa como Presidenta de la Juventud Radical de Argentina, cargo que actualmente desempeña. En el ámbito laboral ha sido asesora legislativa en la Cámara de Diputados de la Provincia de Misiones y también en el Consejo Deliberante de la ciudad de Posadas. Con todos estos antecedentes, los invito a que nos interioricemos más sobre la historia de esta joven lideresa argentina.

La Entrevista

Emblema de la Juventud Radical de Argentina

Primero que todo quisiéramos como equipo de La Gaceta Radical agradecerte por tomarte el tiempo de responder nuestras preguntas y en este sentido nos gustaría saber un poco de tus orígenes, que nos cuentes dónde y cómo nace la inquietud de hacer política.

Tengo 29 años y vivo en la Provincia de Misiones, donde está el punto más oriental de la Argentina, en la tierra de las Cataratas del Iguazú, una provincia con casi millón y medio de habitantes, en el Norte, quizá el área más desfavorecida del país, con grandes deudas estructurales económicas, sociales y políticas. Empiezo por ahí porque entiendo que a muchos, los contextos en que vivimos, nos empujan a dar las luchas. Comencé mi militancia en la Universidad, estudié Historia en la Facultad de Humanidades de la UNaM, y me sumé muy pronto a la Organización Franja Morada, brazo universitario de la Unión Cívica Radical, heredera de los Reformistas de 1918. Después de algunos años militando solamente en la universidad, me acerqué con mis compañeros a la Juventud Radical. Desde adolescente sentí que había que involucrarse, que faltaban voces en la política. Apenas comencé la universidad, me dí cuenta que ese era mi lugar.

¿Por qué elegiste ser Radical, hay alguien o algo que te haya inspirado de manera particular?

A diferencia de muchxs compañerxs militantes, no vengo de una familia radical. Si bien todxs se afiliaron en los años de la primavera democrática, en mi familia no hay militantes.

Elegí el radicalismo porque lo estudié, lo leí, lo elegí desde lo intelectual, lo conceptual, y cuando me sumé, encontré un colectivo que además estaba en la calle, en los barrios, aportando también desde lo territorial. Para mí fue un combo completo, elegí el radicalismo en la teoría y en la práctica, me animé a sumarme para conocerlo.

En ese proceso conocí grandes dirigentes, y figuras que todavía inspiran, pero sobre todo muestran que a pesar de ser un partido centenario que en su lucha por sobrevivir a las crisis quizá se haya vuelto algo conservador, siempre tuvo en su militancia, luchadores y luchadoras del progresismo y la libertad.

Mi partido fue el primero en presentar un proyecto de despenalización del aborto, a través de Florentina Gómez Miranda, Diputada feminista y también autora de la ley de cupo femenino. Un proyecto que en la Argentina se convirtió en Ley más de 30 años después, hace solo algunos días. Claramente, Florentina, como otras mujeres, fue una dirigente de vanguardia, para mí el radicalismo es eso, siempre adelante en las luchas sociales.

¿Cómo fue tu participación en la Franja Morada qué recuerdos tienes de la Universidad? Alguna anécdota debe haber que nos puedas contar.

Siempre digo que donde yo aprendí mis primeros conceptos de lo que significa la militancia, es en la universidad. El año en que ingresé, la Franja Morada volvió a ganar el Centro de Estudiantes de la Facultad después de más de 10 años, así que fue una revolución, éramos parte de un partido que no gobernaba, que tenía solo un diputado provincial, y pocos recursos, así que fue todo a pulmón. Uno construye  amistad en esos espacios, más cuando hay que ponerle el pecho a la adversidad de hacer todo a pulmón, y a veces tiende a confundir prioridades, creo que eso es lo más importante que aprendí, “esto es, en primer lugar, un grupo político de militancia, donde eventualmente algunos construímos amistad, pero la amistad no es el motor de este grupo, sino el compromiso con la idea.” Ayuda mucho a establecer límites.

¿Qué significa para ti en el contexto de esta nueva ola feminista, ser mujer y hacer política partidaria? ¿Cómo has vivido en lo personal este despertar nuevo de las mujeres en Argentina?

Milito hace más de 10 años en el radicalismo, desde que terminé el colegio, a los 17. No empecé a militar siendo feminista, el feminismo lo aprendí con mis compañeras. Y digo esto porque yo no me sumé al radicalismo por el feminismo, pero sí es la militancia feminista que aquí construí la que muchas veces nos sostiene a quienes tratamos de hacernos lugar en partidos como el mío, y como cualquier partido centenario en nuestra región.

Para las mujeres, gracias a las leyes que nos han garantizado derechos políticos, sociales y humanos, hay espacios que (a pesar de todavía ser discutidos) nos corresponden. Pero eso no es suficiente, todavía nos resulta muy difícil en los partidos tradicionales poder ocupar lugares de conducción, de liderazgo. Pocas hemos llegado a estos espacios, de hecho yo soy la segunda mujer en la historia de mi partido en ocupar la presidencia de la Organización Juvenil, recibí el cargo después de dos años de presidencia de quien fuera la primera mujer, mi compañera Luciana Rached. Somos muy pocas las que llegamos, y aún así, el camino para nosotras sigue siendo muy difícil.

En partidos tradicionales, acostumbrados a los liderazgos de varones (y machistas), la vara para medir, es siempre la misma, hay una pretensión de que las mujeres hagan política y dirijan como lo hacen los varones hace siglos, hay un problema de sintonía con los cambios de la sociedad, que vienen a tono del cambio de época sobre lo que se espera de la política. Creo que las mujeres hemos aprendido a construir redes de otro tipo, por habernos encontrado siempre en la exclusión, muchas veces en la opresión, porque no tuvimos opción que unirnos para poder hacernos lugar.

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Retrato del presidente radical Raúl Alfonsín

Hemos puesto en práctica procesos de construcción transversal, multipartidaria, multisectorial, que son los que nos han permitido siempre, arrancar los derechos por los que luchamos de las garras de instituciones políticas arcaicas. Aprendimos a unirnos en nuestras diferencias, con objetivos en vista, objetivos que no son solo para nosotras, sino para las generaciones que vienen. Yo creo que a los partidos tradicionales todavía les cuesta, si bien hemos tenido referentes que nos han mostrado que la construcción nunca es contra un otro. Me viene a la memoria a Raúl Alfonsín, abrazado por Antonio Cafiero, máximo referente peronista en aquel momento.

No queremos construir desde el odio, nos mueve el dolor de la exclusión, nos mueve el deseo, por eso nos encontramos aún en las diferencias. Eso es revolucionario para la política a la que está acostumbrado un país como el mío.

Y para concluir esa idea de la vara con la que nos miden a las mujeres, yo siempre me pregunto: ¿ cuántos de los cuestionamientos que recibimos nosotras por la agenda que militamos, por nuestro comportamiento, o hasta por nuestras vidas privadas los reciben también los varones? Me ha pasado, nunca escuché que a alguno de mis compañeros les cuestionaran las cosas que me cuestionan a mí. Hay una idea, para mí falsa, de que nosotras tenemos menos capacidad de representar los intereses de las sociedades. ¿No será al revés? ¿No son las lógicas de los partidos las que tendrían que cambiar?

Digo, hoy las reivindicaciones sociales le llegan a la política tradicional y a las instituciones desde los bordes, lxs jóvenes se organizan solos, desde fuera de los partidos, para plantear sus preocupaciones, sus causas, sus banderas. Las sociedades cambian, la política no puede seguir las mismas lógicas que hace 100 años, y lxs dirigentes también se tienen que renovar.

Hay pocos liderazgos de mujeres que perduran sin sucumbir a las prácticas típicas de la política que nos excluyó tantos años.

Por último, sobre esto, dejo una reflexión: por qué nuestras referentes más importantes no han sido presidentas de nuestros partidos? por qué no encabezan las listas? por qué muchas de las mujeres que ocupan espacios de conducción, que de por sí son pocas, terminan padeciendo la presión y los juicios de todo tipo? Podemos tener excelentes compañeros, que aún sin darse cuenta, no logran salirse de los manuales de la política del siglo XX. Todavía nos sostenemos entre nosotras, seguimos aquí porque nuestras compañeras nos motivan, porque sentimos que nuestras causas valen las penas, todas las penas. Sin dudas, te diría que entregar la vida a la militancia es una decisión que conlleva muchos sacrificios y renuncias, y que muchas veces tambalea ante la pelea desigual contra las viejas estructuras, repito, muchas veces sostenidas por jóvenes.

Tenemos lugares porque la Ley nos los garantiza, y porque algo sí entendieron los partidos: es el siglo de las mujeres, y estaría mal hacerlo sin nosotras. A eso le falta el salto de calidad, el cambio de época: dejar de esperar que las mujeres seamos funcionales a las prácticas y estructuras que históricamente nos han excluído a nosotras, a nuestros derechos, a nuestras agendas, a nuestras luchas.

Hablamos de los espacios de las mujeres, ni hablar de los colectivos trans, que padecen la indigencia de derechos en nuestros países, aún queda mucho por hacer. Es lo que nos mantiene aquí, todxs lxs que aún no tienen voz en la política latinoamericana.

Para mí el feminismo ha sido descubrirme como sujeto político, por siglos invisibilizado, excluido y oprimido, y descubrir que hay más sujetos como las mujeres, y aún más excluidos. El feminismo es esa revolución de sacudir viejas estructuras, para volver a creer en la política con en esa ilusión del reformismo del que nacieron partidos como la Unión Cívica Radical. Es la política joven, y no de edad, sino esa que vive siempre en trance de heroísmo.

¿Cómo analizas el contexto político/económico actual de la Argentina? Y ¿Cuál es el rol del Radicalismo en el futuro para mejorar la situación de las argentinas y los argentinos?

La situación de la Argentina es sumamente difícil. Por supuesto que el contexto de pandemia ha acentuado y probablemente acelerado procesos, pero todo muestra que el gobierno actual no tiene plan, no lo tuvo antes, no lo generó durante la pandemia, y no lo tiene hoy. Hay disonancias fuertes entre los discursos del gobierno de un minuto a otro. De todas maneras, no es un problema nuevo para nosotrxs. Históricamente como país vamos de crisis en crisis, que la democracia resuelve, siempre lo resuelve. Falta un proyecto con identidad, que no solo haga un análisis de lo que sucede, sino que proponga un rumbo. Y con esto quiero ser clara: no hablo de “lo que haríamos si fuéramos gobierno”, sino que sea una idea concreta, que tengamos el “cómo, cuándo, en qué plazos”, dar certidumbres es lo que necesitan las propuestas electorales en la Argentina.

En esto creo que reside el desafío del radicalismo. Sueño que podamos ofrecer certezas a lxs argentinxs, pero sobre todo, que podamos volver a ilusionar. Hoy la gente vota por “el menos peor”, no hay propuesta positiva, no hay una propuesta de rumbo.

La población entre los 16 y los 18 años de edad constituye la sexta provincia más importante de la Argentina, igual de importante que la Provincia de Mendoza. Pensar en cómo hacemos para representar a una generación que impone su agenda desde los bordes de la política partidaria, por fuera de los partidos tradicionales, debería ser una prioridad para nuestro partido.

Es urgente reconciliarse con el poder social en la Argentina. ¿Cómo volvemos a representar y tender puentes con las organizaciones intermedias, con los actores reales de la educación, la salud, la producción, el trabajo, la economía, la ciencia, la tecnología? ¿Cómo construir un proyecto con los protagonistas reales? Pasaron 37 años, los líderes cambiaron poco, la sociedad cambió mucho. Perdimos el reloj, la impronta generacional.

Necesitamos un partido abierto. Convocar, recibir, pensar un rumbo más que examinar y valorar el pasado, volver a liderar. En democracia, liderar es decir hacia dónde vamos,

Me gustaría que dejáramos de ser quienes sólo canalizan siempre la impotencia y la angustia, que dejaramos de obligar al votante a elegir el mal menor, que construyamos ese voto positivo por un proyecto. Pero un proyecto en serio. Preguntémonos con sinceridad: ¿qué reformas proponemos? Sin ideas al aire, sin aproximaciones, un proyecto en serio para los más de 40 millones de argentinos. Es urgente dejar de mirar para adentro.

Para finalizar, me gustaría expresarte como militante de la Juventud Radical de Chile nuestros agradecimientos por la excelente disposición y voluntad de ustedes en fortalecer la hermandad, de latinos como también la que nace en base a los principios compartidos entre nuestras colectividades. En ese mismo contexto: ¿Qué mensaje podrías entregar a las y los radicales chilenos? ¿Cuál es el rol que tenemos las y los progresistas en el futuro de Latinoamérica?

Creo que la llave de los tiempos nuevos en nuestra América Latina, la tenemos lxs jóvenes. Somos nosotrxs quienes vamos a construir las sociedades más modernas y de iguales que soñamos cuando venimos a la política. Pero esto no lo vamos a conseguir por el simple mérito de la edad. La renovación de la política no pasa por cambiar generaciones, sino por animarse a romper con viejas costumbres. Los tiempos cambian, las sociedades también , es urgente que la dirigencia política se deje interpelar por lo que pasa en el mundo de la gente real, fuera de los círculos rojos.

Creo que podemos hacerlo, con construcciones abiertas, transversales, con la solidaridad internacional. Dejar la vara inquisidora de dar más importancia al currículum que a los sueños. Quienes militamos en los partidos tradicionales, tenemos que dejar que los tiempos nuevos sacudan las estructuras, seguir tratando de sobrevivir, casi siempre por oposición a otro proyecto, no nos ayuda a crecer, no nos da identidad, es más, nos achica como partidos. La juventud de hoy no quiere discusiones conservadoras, busca espacios abiertos donde su agenda importe, y no solo por compromisos de cartón, para quedar bien en redes sociales.

Hay que animarse a incomodar, es nuestra mejor herramienta. Ser funcionales a la vieja dirigencia, para conservar el statu quo no es reformista, no transforma.

Como decían los reformistas de 1918 en el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria: “La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando.”

Para romper viejas estructuras, siempre nos tenemos a nosotros, en el sueño de esta patria grande que pensaron San Martín y Bolívar. Pero esta revolución es con todxs, con las mujeres y las identidades trans, con los colectivos silenciados y excluidos. Es este el momento.

Esteban Kuhlmann Matus

Por Esteban Kuhlmann Matus

Administrador Público, Politólogo, Docente Universidad del Biobío. Vicepresidente COPPPAL Juvenil, Ex Presidente Nacional de la Juventud Radical de Chile.