Fue a principios del año 2022 cuando Rusia dio inicio a una invasión militar hacia Ucrania, comenzando un enfrentamiento abierto entre ambas naciones que hace un poco más de un mes cumpliría un año. Dicho hito histórico presenta nuevas dificultades a los países occidentales especialmente por el alza de los precios del gas, aceite, entre otros ítems que verían afectados sus precios por la inflación que el conflicto ha generado. Al mismo tiempo, Estados Unidos, sea gobernado por Demócratas y Republicanos, mantiene una política exterior imperialista con el fin de continuar como foco de influencia a nivel mundial tanto como alguna vez ese mismo país hizo durante la Guerra Fría. Mientras tanto, en Chile, la derecha se aprovecha nuevamente de la desgracia ajena para fortalecer su postura pro-EE UU, presionando al gobierno (sin mayor resistencia) para unirse a otros países en la condena a la invasión Rusa a Ucrania, curiosamente junto con EE UU, país que está retomando su campaña de influencia en su histórico patio trasero: América latina.

Guerra mediática mundial

Apenas comenzó el conflicto, tanto la prensa occidental como la prensa rusa y afines, abrieron un frente mediático para convencer a sus respectivas sociedades de apoyar la guerra desde su propia perspectiva: para los primeros, era un tema de defensa a un país invadido por una potencia militar como lo es Rusia; y para los segundos, es un tema de “lucha contra el fascismo” y, si se quiere (en el área de la geopolítica), también una respuesta al constante avance de la OTAN en la región.

Consecuencias culturales de la guerra

La constante batalla mediática mencionada anteriormente ha generado una idea en el imaginario colectivo de dos polos, propia de la Guerra Fría, donde se encuentra por un lado la Unión Europea, la OTAN, y como mayor potencia involucrada a Estados Unidos; y por otro lado se encuentra Rusia, invadiendo un país vecino para consolidar su posición en la región. El problema con presentar a dos polos es que no da opción a elegir ninguna posición que no sea la de las dos beligerantes. Y esto es justamente lo que está haciendo que volvamos a alertar una vieja gran amenaza para la democracia en todo el mundo, el imperialismo. No es necesario buscar tantos años atrás para llegar a las últimas intervenciones de EE UU en Oriente Medio; hace no más de 40 años incluso Latinoamérica sufrió una serie de golpes de Estado orquestados por el país imperialista por excelencia en el mundo globalizado. Lo que está claro es que no existe causa justa en este conflicto, lo que no está tan claro son las credenciales antiimperialistas de los países que promueven el conflicto desde el lente de EE UU.

 

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Benjamín Silva Cárdenas

Por Benjamín Silva Cárdenas

Estudiante de Sociología UDP 2020 - presente. Tesista sobre think tanks de izquierda en Chile.