La noche del 5 al 6 de noviembre de 2024 marcará un hito en la historia política de Estados Unidos. Donald Trump, con su inquebrantable base de apoyo y un discurso populista que apela a la clase trabajadora desilusionada, ha vuelto a la presidencia.
¿Que dicen los números?
Los demócratas pierden 12 millones de votos comparados con los 81 millones del año 2020. Trump repite resultados, manteniendose estable con los 74 millones de 2020.
Pero su triunfo no se limita a la Casa Blanca: los republicanos han recuperado la mayoría en el Senado, así como en las gobernaciones estatales. Todavía no se cierran todas las carreras en la Cámara de Representantes, pero de momento, hay mayoría relativa republicana que de volverse absoluta consolidaría el control conservador total sobre la iniciativa política.
Esta victoria revela una serie de desafíos, no sólo para el propio sistema estadounidense, sino también para el mundo en un contexto de creciente descontento hacia las élites.
Fracaso de la tibieza en la campaña demócrata
La campaña de Kamala Harris no logró conectar profundamente con la clase trabajadora. Aunque se mencionaron temas de justicia social y promesas progresistas, los mensajes carecieron de la contundencia y autenticidad que la ciudadanía buscaba. La falta de un enfoque claro y anti-élite permitió que Trump captara a los votantes que desean un cambio fuerte y directo.
Para el desarrollo de este punto, muy recomendable es el presagiante artículo de Jacobin: “If Harris Loses Today, This Is Why” (en castellano: “Si Harris hoy pierde, por esto es”).
- Enlace al original en inglés: https://jacobin.com/2024/11/harris-trump-election-messaging-populism-elites
- Traducción del artículo al castellano, disponible mediante Google, en el siguiente enlace: https://jacobin-com.translate.goog/2024/11/harris-trump-election-messaging-populism-elites?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=wapp
El regreso de un mensaje populista conservador
Trump ha sabido capitalizar la frustración de millones de estadounidenses que ven en la clase política una fuente de promesas incumplidas y dinámicas que benefician exclusivamente a estas élites. Ante ello, amplias capas de la población vienen percibiendo a la clase política como un ente indivisible, donde independiente del color, todos sin excepción son oligarcas al servicio de sus propios intereses y no del país. Ante eso, el discurso de Trump de ataque directo a las élites políticas, aunque demagógico y divisivo, ha resultado una seudo alternativa para el electorado cansado de un sistema que, para muchos, se ha vuelto indiferente a las necesidades reales de la gente común.
Con una nueva mayoría en el Senado y asi como fuerzas considerables en la Cámara de Representantes, Trump tiene vía libre para impulsar su agenda sin obstáculos significativos. Esto implica una gran capacidad para reformar el sistema judicial, llevar adelante políticas económicas y sociales excluyentes, así como cualquier ámbito donde los republicanos deseen marcar su impronta. Este control absoluto abre una nueva etapa de polarización, donde los valores conservadores pueden imponerse sin contrapesos sustanciales.
Implicaciones inmediatas
La victoria de Trump tiene repercusiones globales. Su política exterior, tradicionalmente aislacionista y centrada en el “America First”, podría desestabilizar alianzas internacionales y comprometer el papel de Estados Unidos en temas globales como el cambio climático y el comercio multilateral. La postura que adopte hacia Latinoamérica también es clave, ya que la región enfrenta retos de seguridad, inmigración y desarrollo económico.
La reelección de Trump desafía no solo a la oposición demócrata, sino también a la sólidez del sistema democrático en general. Su éxito debe llevar a una profunda autocrítica sobre el papel de las élites políticas y el divorcio entre estas y las demandas de la ciudadanías. Es necesario un compromiso radical con la democracia, la justicia social y la economía al servicio del pueblo, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
La pregunta es clara: ¿será este el inicio de un ciclo donde el populismo conservador se afianza, o despertará una nueva ola de resistencia progresista que recupere el sentido original de la democracia?