Las recientes elecciones en Venezuela han llevado a una profunda reflexión no sólo en su propia tierra sino también aquí en Chile, donde enfrentamos problemas económicos y una inmigración francamente desbordada. Por ello, es crucial entender cómo estos eventos internacionales influyen directamente en nuestra realidad cotidiana y qué acciones corresponde tomar para enfrentar los desafíos que se presentan.

Contexto

El atrincheramiento defensivo de Venezuela frente a los intensos ataques de potencias extranjeras ha resultado en tecnicismos que, en la práctica, han impedido la votación de millones de venezolanos. Aunque algunos podrían argumentar que la elección fue legal, no fue libre desde el momento en que millones de venezolanos en el exterior no pudieron sufragar. Además, la no entrega de todas las actas electorales oficiales impide la verificación paralela de la elección, un derecho fundamental de todos los ciudadanos. Los derechos humanos deben respetarse universalmente. Son el mínimo común de nuestra gran humanidad para evitar los males del pasado.

Venezuela es de los venezolanos, es su país y como cualquier otro, tienen sus propios problemas, los que deben resolver ellos directamente y sin intromisión externa. Es la misma actitud que defendemos para nuestro propio país, donde no aceptamos el tutelaje de nadie. Por ello, la consecuencia señala que debe condenarse el injerencismo internacional sin excepción, especialmente el ejercido constantemente por los Estados Unidos, apoyado por diversos países satélite, incluido lamentablemente el nuestro. Chile, habiendo sufrido en carne propia políticas imperialistas en el pasado, no debería ser cómplice de tales acciones.

El problema de Chile

Es indudable que el tema resulta de gran importancia para Chile. Nos sentimos aludidos, puesto que la inmigración venezolana representa una parte considerable del total de inmigrantes de nuestro país.

Aquí una muestra del lema favorito de la derecha del “mercado se regula sólo”. Ante la falta de capacidad del país, los campamentos han crecido exponencialmente en todo Chile.

Al respecto, el aumento explosivo de la inmigración ha agudizado diversos problemas públicos en múltiples facetas: aumento del crimen en general, del crimen violento, aparición del crimen organizado, aumento del trabajo informal, de los campamentos, falta de viviendas, precarización laboral, falta de empleo, entre otras que redundan en la disminución de la calidad de vida particularmente de los más humildes. Al año pasado se estimaba que los inmigrantes constituían casi el 10% del total de la población.

Claramente ha desbordado la capacidad de respuesta del Estado chileno que, todavía precarizado y atrofiado por el dogma derechista neoliberal, no es capaz siquiera de atender las necesidades primarias de su propia población, menos aún de recibir a más inmigrantes. Aquí es donde no deben confundirse las cosas: el problema de la inmigración es solamente de Chile puesto que es aquí donde se establecen las leyes y políticas públicas que la regulan. Como reza el dicho popular: “la culpa no es del chancho, sino del que le da el afrecho”.

Sebastian Piñera:
Este caballero en el mismo año 2019, primero fue a Cúcuta a invitar a los venezolanos a venirse a Chile, después decía que eramos el paradisíaco “oasis” de Latinoamérica. Finalmente gatilló el estallido social. ¿Y la Ley de Migración vigente? Si, lleva su firma. Pero se supone que la derecha no tiene la culpa.

Tanto en el exterior como en Chile, el origen de los males yace en las oligarquías criminales, tanto las del poder económico transnacional como las mafias de delincuentes que actúan similarmente, y que en sus maniobras para defender sus privilegios han ido haciendo más miserable a los pueblos. En ese sentido, fue el Gobierno de Sebastián Piñera quien invitó a la masa de venezolanos a ingresar al país. Fue la Derecha quien hizo una política de inmigración tendiente a favorecer sus mezquinos intereses empresariales obteniendo mano de obra barata en términos paupérrimos. Con su miserable gobierno oligárquico provocaron un estallido social sin precedentes, destruyendo la convivencia nacional y generando una crisis multidimensional que hasta el día de hoy no se resuelve completamente. Ahora, con amnesia selectiva, la derecha continúa defendiendo el neoliberalismo depredador, presentándose como paladines morales siendo que son los mismos que generaron el problema.

Una propuesta contra la depredación derechista

Como con cualquier país del mundo, los problemas de Chile los deben resolver los propios chilenos, sin la injerencia, tutela ni intervención de ninguna potencia extranjera. Es momento de abordar estos desafíos nacionales de raíz y dejar de lado el discurso de la politiquería superficial. Debemos adoptar la decisión soberana y contundente que el pueblo viene exigiendo hace ya bastante tiempo; eso es democracia, después de todo. Ante la actual crisis, debemos terminar con la depredación derechista que en vez de subirle el sueldo a los trabajadores nacionales prefiere importar inmigrantes para darles salarios de hambre y mantener a chilenos desempleados.

Debemos asumir que la cuota migratoria que podían recibir las estructuras del país se completó hace tiempo y en consecuencia, debemos adoptar una política de inmigración cero y expulsión masiva de inmigrantes ilegales, siguiendo el ejemplo de países más restrictivos como Japón. Esta medida, en legítima defensa de los derechos de las chilenas y chilenos, es necesaria para reencauzar la emergencia migratoria y mejorar la calidad de vida de toda nuestra población, especialmente los sectores más vulnerables que son los que sufren más directamente el flagelo de esta y otras políticas derechistas.

La Gaceta Radical

Por La Gaceta Radical

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