Andrés Sepúlveda es abogado de la Universidad de Chile con Maestría en Derecho Penal en la Universidad de Talca y la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ha sido docente en diferentes universidades. Desde el 2011 trabaja en la firma Silva & Sepúlveda Abogados y Consultores. Un correligionario comprometido con el partido, ocupando diferentes espacios a lo largo de los años. Les invitamos ahora a leer sus propias palabras, las que nos contarán un poco más sobre su persona y sus visiones para con el radicalismo.

Nos gustaría agradecer su disposición para responder las preguntas de La Gaceta Radical. Para comenzar: Cuéntenos un poco de sus orígenes… ¿Cuáles fueron las razones para militar en el Partido Radical?

Ante todo, agradecer a ustedes por la invitación y por la consideración.

Respecto a la pregunta, toda mi vida he sentido una gran admiración por el radicalismo, y ello se debe al profundo cariño que siempre he sentido por mis abuelos paternos, radicales de toda una vida y quienes hicieron carne los valores y principios de un Partido Radical que le tocó jugar un rol importante en la vida democrática del país en tiempos muy difíciles. Personas íntegras y buenas en todo sentido. Sin embargo, mi primer acercamiento a la colectividad fue en el año 2003, fecha en la que ingreso a militar en el Grupo Universitario Radical de la Universidad de Chile. Para serte honesto, ni siquiera sabía para entonces que existía una Juventud Radical. Allí conocí a quienes son hoy en día mis grandes amigas y amigos. Nos tocó construir Radicalismo desde cero y competir de igual a igual con las generaciones talentosas en lo político y electoral que hoy nos gobiernan. Fue una maravillosa escuela, pero siempre me llamó la atención que todos los esfuerzos que hacíamos no tuvieran, en general, un apoyo institucional.

Sin embargo, es muy fácil enamorarse de la historia y los principios del Partido. En sus casi 160 años, son contadas las veces en que el Radicalismo no ha estado en la vereda correcta de la historia. Por regla general el Partido, por medio de sus propuestas, siempre se ha mostrado adelantado a su tiempo y eso es extraordinariamente atractivo para la juventud.

Hoy por hoy, no concibo estar en otro lugar que no sea éste, a pesar de los enormes problemas que hoy está enfrentando.

¿Cuál ha sido su trayectoria política dentro de la militancia y fuera de ella? Por otro lado: ¿Cuál es la motivación para ser presidente del Partido Radical?

En lo interno, fui Presidente y Coordinador General del GUR UCHILE por muchos años, desde dónde competí en casi todos los espacios de representación que se podía. Fui dirigente nacional de la Juventud Radical, miembro de la Comisión Política del PR y coordinador de la Comisión Política regional. He sido candidato a Presidente de la Asamblea comunal de Providencia y fui candidato a concejal por esa comuna. Fui vocero de la candidatura presidencial de José Antonio Gómez en 2013 y en general he participado de un modo u otro en los distintos procesos electorales que ha vivido el PR.

La motivación para asumir esta candidatura a la Presidencia Nacional, fue aportar en forma decisiva en un cambio cultural que requiere y le urge al Partido. Al revés de cómo comenzaron las demás candidaturas, nosotros hicimos algo que el Partido no ha visto en 30 años, y eso fue levantar en primer lugar un programa de desarrollo institucional sólido, que abarca las diferentes aristas que deben abordarse para profesionalizar, modernizar y convertir al PR en un protagonista de la política nacional. Luego de eso, nos dedicamos a sociabilizarlo, de modo tal que su segunda versión recogiera las ideas, cambios y sugerencias de la militancia de base. En ese trabajo, de construir un proyecto colectivo y democrático, creo que hemos sido exitosos, más allá de los resultados que puedan darse el próximo 2 de julio. Detrás de esta candidatura no existen caciques ni redes clientelares de ningún tipo. Solo un profundo amor por el Partido Radical, su militancia, su historia y hemos instado a los demás a abrazar la noble tradición de presentar propuestas concretas para la futura gestión.

Transformar este proceso en un debate de ideas, más que de acarrear votos, ha sido nuestra más grande motivación. Si esa fue, o no, una estrategia exitosa en lo electoral lo sabremos el día de la elección, pero políticamente es la forma correcta de conducir los procesos porque el simple acarreo no sirve cuando se trata de elecciones presidenciales, parlamentarias o municipales. Puede servir para aferrarse a un cargo en la interna, en donde votan unos pocos miles de electores, pero no sirve de nada afuera, en el mundo real. En donde lo que realmente importa es lo que propone el candidato y su Partido más que cuán fuerte es su red clientelar.

Hacer política de verdad es nuestra impronta y en eso estamos muy orgullosos.

Cuéntenos sus principales ejes programáticos.

 El Programa que hemos presentado aborda y desarrolla 8 ejes estratégicos. En términos generales, son los distintos aspectos que toda organización política requiere trabajar en forma constante para desarrollarse en plenitud, y en cada uno de ellos hay 5 o 6 propuestas diferentes, en promedio. La mayoría de estas propuestas no implican el uso de muchos recursos económicos, sino que, de gestión institucional, porque tenemos muy claro el debilitado estado financiero de la colectividad que entregará el oficialismo actual.

Las políticas que allí se plantean están destinadas a sumar nuevos cuadros; formarlos para el servicio público; comunicar políticamente en forma coherente, consistente y efectivamente; renovar y actualizar sus estructuras orgánicas para adaptarlas a los desafíos de la modernidad; una nueva política electoral; planificación financiera, presupuestaria y patrimonial; políticas destinadas a mejorar la convivencia democrática, inclusiva y con perspectiva de género; y, finalmente, las destinadas a generar un Programa de Gobierno de futuro, en forma colectiva y democrática. Si bien lo menciono al final, este eje es el primero en ser desarrollado en el documento porque consideramos que conectar con las necesidades de representación de la ciudadanía es, por lejos, el desafío más importante que debe asumir todo Partido Político. Esa es la llave del futuro del radicalismo. Nadie quiere un representante que no proponga nada, por lo que abordar un proceso convencional ideológico y programático será fundamental para darle proyección a la colectividad.

¿Cuál es su postura frente al gobierno de Gabriel Boric, y por otra parte, sobre la Convención Constitucional? ¿Estará con el apruebo?

Soy de la idea de que al Gobierno del Presidente Gabriel Boric hay que apoyarlo. No solamente porque ya hemos asumido ese compromiso a largo plazo, y la palabra empeñada debe respetarse para incrementar la confianza en nuestra colectividad, sino que también porque va a necesitar ayuda y soporte para avanzar en una agenda progresista que es bastante similar a la nuestra. Esa colaboración no puede entenderse, en todo caso, como un cheque en blanco o una abdicación al legítimo derecho de criticar o disentir en todo aquello que no nos parezca razonable.

Respecto de la Constituyente, ya lo he dicho antes por la prensa. A pesar de las legítimas críticas que podamos tener al nuevo texto constitucional, creo que construir y alcanzar el Estado protector que tanto añora el radicalismo es más sencillo hacerlo desde la nueva propuesta, que desde la Constitución de 1980, en donde la derecha ya cedió todo lo que quería y podía ceder en las reformas de 2005, y que igualmente tiene casi un 80% de rechazo. Con todo, creo que el radicalismo debe hacer un estudio y acompañamiento al proceso, del cual no fuimos parte, y al texto mismo para lograr darle un sello radical en el futuro. También creo que la beligerancia de la derecha y de las demás fuerzas conservadoras han contribuido a tener un debate poco racional en torno a la propuesta, que, si bien en un comienzo parecía tener dimensiones radicalizadas por una izquierda intransigente, con el tiempo se ha morigerado decantando en un texto que es muy razonable en muchos aspectos y muy cercano al Estado protector que se propugna desde el radicalismo.

¿Cuál es su opinión respecto de la Convención ideológica del PR?

Ya lo hemos dicho a propósito de los ejes estratégicos de nuestro proyecto, y lo reafirmamos. El proceso convencional es un aspecto vital para el desarrollo institucional. El radicalismo debe actualizar democrática y colectivamente su ideario y sus lineamientos programáticos. Será una prioridad y un hito histórico para la institución.

Mientras el PR no levante banderas de lucha que sean identitarias y reconocibles por la ciudadanía, tampoco levantará cabeza.

Desde el equipo de La Gaceta Radical agradecemos nuevamente su tiempo. Para cerrar, le invitamos ahora a dar un mensaje a las correligionarias y correligionarios.

A las correligionarias y correligionarios me gustaría transmitirle esperanza.

El Partido Radical tiene innumerables defectos y precariedades. En prácticamente todos los frentes institucionales tenemos alguna deficiencia grave, y, sin embargo, a pesar de todo eso, aún hay patria radical. Aun existe Partido Radical, con más de una veintena de alcaldías, más de 100 concejales, aun vigentes en el Congreso y aun siendo Partido de Gobierno.

Por qué, se preguntarán muchos. Se dice que la explicación más sencilla tiende a ser la respuesta más probable y correcta, y creo que esa es que el radicalismo aun hace sentido. El domicilio político que ocupa el Partido Radical es un espacio que se ha revalorizado con el tiempo y es llamativo ver como todas las demás fuerzas políticas del espectro tratan de arrimarse a un lugar que naturalmente le pertenece al Partido Radical. El radicalismo, por tanto, tiene un enorme potencial sin explotar.

Lo más probable es que resolviendo nuestros problemas institucionales, el Partido vuelva a crecer, y ello porque los buenos resultados electorales tienden a ser el resultado de un montón de trabajo previo bien hecho. Si sólo nos enfocamos en tener buenos candidatos, los más conocidos, pero no abordamos el relato y las políticas públicas que propone, el fortalecimiento de la estructura partidaria y de su comunicación política, difícilmente el crecimiento va a ser importante y sostenido.

Entonces qué le podría pedir a los radicales, sabiendo además que nos declaramos racionalistas y poco dados a la fe. Les pido que tengan fe en el método científico. En las cosas que sabemos que organizativamente hay evidencia que funcionan. De eso se trata el programa que hemos presentado, y tengan la seguridad que si abordamos un tercio de las cosas que allí se dicen este será un nuevo comienzo para el Partido Radical. Y mientras haya radicales que tengan la voluntad y el coraje de hacer lo correcto, pensando en el proyecto colectivo al cual pertenecemos, aún hay esperanza de que todo sea mejor.

Hoy por hoy, nuestro mayor enemigo es la improvisación y la indecisión a la hora de darle un rumbo a la institución, y para eso, con fuerza y convicción, vamos a inyectar planificación y carácter al radicalismo.

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